Anécdota de Abraham Lincoln
Esta semana aprendí una anécdota del ex presidente de EE.UU, Lincoln. Fue un gran orador y podía conectar muy bien con los demás. Pero no siempre fue así.
Cuando era joven, al igual que muchos de nosotros, criticaba y se burlaba de los demás. Hasta que sus palabras lo llevaron a jugarse la vida.
Se burló de un orgulloso político, quien furioso e indignado, lo reto a un duelo a muerte.
¿Te imaginas viviendo en esa época o si siguieran esas tradiciones? ¿Cuántos duelos habrían por todas las críticas y odio que vemos en redes sociales hoy en día?
Lincoln no quería pelear, pero su honor estaba en juego. No tuvo otra alternativa que acceder. Como tenía brazos largos, eligió un duelo de armas con sables, y tomó lecciones de esgrima.
Llegó el día y ambos se encontraron, dispuestos a luchar hasta la muerte.
A último momento, para fortuna de ambos, los padrinos intervinieron y se pudo evitar el duelo. Luego de este incidente, Lincoln aprendió una lección. Cómo tratar a los demás:
Nunca insultar.
Nunca burlarse del prójimo.
Y desde ese día nunca criticar a los demás.
Del mismo Lincoln, podemos aprender grandes frases como: ‘’No censures a los demás. Son tal y como seríamos nosotros, en circunstancias similares’’.
Esta anécdota, la tomé del libro Cómo ganar amigos e influir sobre las personas, de Dale Carnegie. Del cual también nos lleva a reflexionar que cuando tratamos con personas, tratamos con seres emotivos. Somos impulsados por el orgullo y la vanidad.
¿Qué podemos hacer para dejar de criticar?
Criticar es un hábito. Nos hemos acostumbrado a criticar a los demás. Pero recuerdas, ¿cómo te sientes cuando alguien te critica, personalmente o al trabajo que realizas?
Al criticar atacamos emociones y colocamos a la otra persona en una posición defensiva, por lo que buscará justificarse. Por lo que no conseguiremos que cambie su forma de pensar criticando.
Cualquier persona puede criticar y quejarse. Pero se necesita carácter y dominio de uno mismo para actuar de manera comprensiva.
Tratemos de ser comprensivos, y reemplazar el hábito de la crítica, por el hábito de elogiar el trabajo y el esfuerzo de los demás.
Tratemos de no hablar mal de ninguna persona, y en su lugar, decir todo lo bueno que sepamos.